miércoles, 29 de octubre de 2008

Cómo mantener tu tienda de tatuajes en la cima


El fenómeno o síndrome del endiosamiento a comenzado a causar ciertos desajustes en las tiendas que se dedican a este oficio. Es un mal que ataca desde adentro hacia afuera proyectándose como una mancha de tinta que sale a través de la boca y las manos del hacedor, bañando irremediablemente a su público. Este público ha aprendido a reconocer el sindrome y poco a poco ha comenzado a huir de algunos síntomas contaminantes capaces de desvirtuar desde el arte en cuestión, hasta arruinar la estructura de su olimpo. Como he venido repitiendo, nuestro público o clientela es mucho más que un simple advenedizo, es aquel quien permite en su piel llevar un trabajo o diseño, una obra que de alguna manera el tatuador o modificador corporal ha realizado con sus manos y su talento valiéndose de herramientas nobles y sencillas. Por tanto, a este público hay que respetarlo, no hay que ofender su proximidad con ese grupo de semi dioses del oficio, con las mismas patrañas que lo que denotan es una carencia absoluta de profesionalismo, valga decir que su desinformación al respecto a ciertos temas, rayan en la ignorancia. Un sujeto contaminado por el síndrome del endiosamiento tendrá siempre una respuesta o teorías traidas por los pelos, las cuales hará que el público las vea casi como una religión a los que el endiosado se debe y se entrega respetando unos códigos maltrechos, la mayoría de las veces inventados en su delirio y bajo ninguna ciscunstancia cambiará de opinión al respecto, lo cual es el primer ejemplo contundente de su falta de información, conocimiento y ética profesional. La segunda y también muy extendida, es que el semidios hará cualquier gala de sus vicios delante de su público, estos tatuadores pondrán en evidencia cuan intoxicados van, y como el cliente se haya muchas veces confundido, en tanto creen, que se trata de un arte underground, y ven el hecho como válido de esas vidas y mentes de quienes son representantes del arte corporal y se abstienen de comentarios, simplemente no regresando nunca más. Otra práxis de los semi dioses tatuadores y piercers, quienes no soportan la pesadez de su propio ego, es que suelen abandonar el trabajo a la mitad de la obra, la livianidad los lleva a dejar la sesión para otro día, irrespetando nuevamente al usuario. Una de las más trágicas, a nuestro modo de entender el oficio y el arte corporal, es la falta de una academia de formación. Casi todos en nuestro país a diferencia de otras latitudes, hacen alarde de que aprendieron solos. Sin desmerecer la andragogia y la posibilidad de ser autodidactas, presumo que estas teorías y fundamentos erróneos de sus filosofías hacen un gran daño a la imágen de las tiendas en el género y crean más tabú en relación a este arte. Lejos de desmitificar con ideas concretas las falsas creencias alrededor del mismo, contribuyen a tapizar de oscurantismo todo, con el fin de estar cada día más lejos de los pobres mortales. Es así como ven los que padecen este sindrome de endiosamiento crónico a sus clientes y a su público. Lamentamos desde Antiques Tattoo tener que oir a estas personas quienes como lienzos exponen con orgullo el trabajo que sobre su piel han plasmado los artistas del arte corporal, tener que emitir quejas al sentirse tratados como objetos, igualmente sentimos un gusto extremo de ver que cada día este público ahonda e investiga más, para no creer absolutamente ninguna sandez o teoría ridícula expuesta por estos afectados del síndrome. Gracias entonces a la propagación del mal entre muchos hacedores, quienes tomamos la vacuna preventiva, podemos hablar así, de cómo mantener tu tienda de tatuajes en la cima, es decir haciendo exactamente lo contrario a los infectos.
Si estás intoxicado quédate en casa, si no puedes enfrentar el día, quédate también y si no tienes nada interesante, verdadero que decir, entonces: cállate!

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